Cromwell

Año: 1970
Director: Ken Hughes
Reparto: Richard Harris, Alec Guinness, Robert Morley, Frank Finlay, Dorothy Tutin, Timothy Dalton, Patrick Magee
País: Reino Unido
Duración: 130 min
Género: Drama | Historia
Puntuación: ★★★★☆ 

 

 

Sinopsis
Inglaterra, siglo XVII. Oliver Cromwell (Richard Harris) es anglicano y lucha contra la corrupción y el catolicismo. Cromwell no está de acuerdo con la tiranía del rey Carlos I (Alec Guinness), y tiene la intención de viajar con su familia al Nuevo Mundo. Pero, la víspera de su partida se verá envuelto en una complicada trama que desembocaría en una guerra civil entre los partidarios del rey y los del Parlamento y que hizo que Cromwell haya sido el único hombre en la historia de Inglaterra en ejecutar a un rey.  [Filmaffinity]

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Introducción

1640. En Inglaterra reina Carlos I, respaldado por su consejero Thomas Wentworth, conde de Strafford. Con el paso de los años, la monarquía ha concentrado más y más poder hasta convertirse en un gobierno de corte absolutista, en perjuicio del Parlamento, que no se convoca desde 1628. La estabilidad del reino, sin embargo, está en peligro. Irlanda se ha rebelado contra la Corona, y las tropas escocesas avanzan desde el norte sin encontrar oposición. Inglaterra carece de un ejército regular, y las arcas del reino están vacías. Entonces, el rey vuelve la mirada hacia el Parlamento.

Estas tensiones entre la Monarquía y el Parlamento, así como la posterior revolución y guerra civil inglesa es lo que narra la película Cromwell, estrenada el 16 de julio de 1970 -a España no llegaría hasta el 2 de abril de 1971-. El espíritu de la revolución es encarnado en la figura de Oliver Cromwell, interpretado por Richard Harris, puritano, miembro del Parlamento, comandante del ejército revolucionario contra las tropas realistas y, a la conclusión del conflicto, Lord Protector de Inglaterra hasta su muerte en 1658. La antítesis de Cromwell la representa el rey Carlos I, a quien da vida el actor Alec Guinnes. El film está concebido no solo como un enfrentamiento entre la Monarquía y el Parlamento, o entre el ejército realista y el revolucionario, sino también entre el propio monarca y Cromwell, que a través de sus gestos, miradas y diálogos sellan un magnífico duelo interpretativo entre dos de los mejores actores británicos[1] del momento.

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En cuanto al contenido temático-cronológico, el film tiene una distribución bastante equilibrada. Una buena parte de él relata los conflictivos inicios del Parlamento Largo (1640-1642), terminando con el arriesgado y frustrado intento de Carlos I de apresar a sus más significativos líderes, intento que «empuja a la nación a la guerra» -en frase verosímil de Cromwell-. A continuación, el bloque más extenso nos acerca al desarrollo, la complejidad y la tragedia humana de la guerra civil, desde el verano de 1642 hasta la muerte del rey en enero de 1649. Dentro de este bloque, también observamos la etapa crítica de 1646-1649, en la cual, vencidos ya los realistas, surgen las tensiones entre las distintas corrientes de los parlamentarios, los radicalismos sociales y religiosos y las diferencias en cuanto al régimen a establecer y al trato con el rey. Más adelante, en la última sección, podemos seguir los complejos problemas constitucionales de la subsiguiente etapa, l649-1653. La tumultuosa acusación de los parlamentarios de que Cromwell había instaurado una dictadura, también tiene su puntual trasunto en una de las últimas escenas. Un sintético y breve epílogo mediante voz en “off” señala, finalmente, los cinco años de gobierno de Cromwell como Lord Protector de la República[2].

Realmente, la película no aporta una fecha exacta como momento de referencia cronológica. Si tomamos el año de 1640 como punto de arranque es a partir de las palabras pronunciadas por Cromwell  a los cinco minutos del film, cuando afirma: “Por un real decreto no se ha reunido el Parlamento desde hace doce años”. Puesto que el Parlamento no se convoca desde 1628, la suma de doce años da lugar a la citada fecha.

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Oliver Cromwell y las causas de la revolución inglesa

La película comienza en una escena rural. Mientras aún aparecen los títulos de crédito, dos hombres cabalgan situándose sobre una loma. A lo lejos, distinguen a un caballero que, solo, contempla el amanecer de las tierras británicas. Todo un símbolo, ¿acaso el amanecer de una nueva Inglaterra? Por su parte, esos dos hombres están en la misma condición que nosotros: son meros espectadores ante los próximos sucesos. “¿Es ese?”, pregunta uno de ellos señalando al caballero. “Sí”, responde su compañero, que a continuación grita el nombre de “Oliver”. Es entonces cuando Richard Harris, que estaba de espaldas, vuelve su mirada hacia nosotros, en una clara interpelación al espectador. El título Cromwell acompaña su figura, que permanece en primer plano durante varios segundos.

En menos de un minuto, la película ha proporcionado una serie de pistas más que suficientes para comprender la revolución inglesa. En primer lugar, por dónde aparece situado Cromwell. Su primera aparición no es en el interior del Parlamento, sino en el campo. Se nos presenta así como un hombre del pueblo, humilde y de tradición rural, que luchará por defender los derechos de la comunidad. Más adelante, esta condición rural queda reflejada en otra secuencia de la película: el conde de Manchester impide a un campesino el avance de su ganado por las tierras, en base a una ley regia sobre el cercado de terrenos comunales, quedando así perjudicado el campesinado por la prohibición de los derechos de pastoreo. Cromwell saldrá entonces en defensa del pueblo llano,  y criticará la acción del rey.  Queda así plasmado que uno de los motivos de la revolución fue de índole económica, estableciendo una disyuntiva entre la monarquía y el campesinado. No obstante, la película no incide más sobre este punto, huyendo de una interpretación histórica de corte marxista. Aunque es cierto que este particular tuvo una importancia determinante, el film opta por centrarse en los aspectos político-religiosos y, en gran medida, en el propio personalismo de Cromwell[3].

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Segunda pista que nos proporciona la presentación de Oliver Cromwell: sus ropas. Sombrero negro, alto y de alas anchas, ropilla de paño negro y cuello blanco, y calzones negros con botas altas. Cromwell es un puritano, y viste como tal. Esta rama religiosa de la reforma protestante, de origen calvinista, había huido de Inglaterra durante el reinado de María Tudor, pero regresó a las islas tras un período en el continente que sirvió como aprendizaje y formación. Creció con fuerza a finales del siglo XVI hasta convertirse en un sector poderoso durante el XVII, contando entre sus feligreses con importantes miembros de la gentry y del Parlamento. Puesto que las revoluciones no se hacen sin ideas, estas las aportó el puritanismo. La religión cimentó la certeza de que la causa es justa, de que el orden establecido es inmoral, de que los pactos originarios –Carta Magna- se habían olvidado. Y no solo legitimó la revolución, sino que también proporcionó dirección y organización.

Por otro lado, la Monarquía no solo había violado cuestiones político-sociales, sino incluso de tipo religioso, y es en este punto donde incidió mayormente el puritanismo. El carácter protestante de la Iglesia anglicana –iniciado por Enrique VIII tras la ruptura con Roma y oficializado por Isabel I- peligraba por el matrimonio de Carlos I con la princesa Enriqueta María de Francia, católica. Ella mantuvo su fe mientras residió en la corte inglesa, y poco a poco se fueron introduciendo en la liturgia determinados ritos y símbolos de carácter católico.

A los diez minutos de película, observamos una secuencia que muestra a la perfección el rechazo de los puritanos a la intromisión del catolicismo en Inglaterra: durante la celebración de la liturgia en la iglesia, Cromwell observa que sobre el altar se hallan colocados un crucifijo y seis velas, es decir, ornamentos propios de la liturgia católica. Se levanta, interrumpe la celebración, señala hacia el altar y pregunta al presbítero: “¿Quién ha hecho eso?”, a lo que este responde: “Obedece a un edicto usado por el propio arzobispo, y por orden del rey”. Cromwell estalla en cólera, arroja al suelo todos los objetos sagrados y pregunta enérgico: “¿Es que la Iglesia Católica Romana se ha asentado en Westminster?”. He aquí otra de las causas de la revolución: la cuestión religiosa. Quizá no fuese el motivo principal, pero la introducción de elementos católicos en la liturgia, cierta desvirtuación de la fe protestante y determinadas decisiones a la hora de nombrar y destituir obispos motivaron al puritanismo a empuñar las armas contra la Monarquía[4].

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La última pista que nos proporciona el arranque de la película es acerca de la personalidad de Cromwell, acentuada en exceso por las formas narrativas que el séptimo arte demanda. Que se nos presente solo, contemplando el amanecer, en una actitud casi de reposo y meditación ante los próximos acontecimientos, revela un carácter mesiánico[5], de destino. No son solo esos dos hombres quienes pronuncian su nombre desde la loma, es la mima Inglaterra quien le reclama. De algún modo, Cromwell está llamado a salvar el destino de la nación; como si de Moisés se tratase, a guiar a su pueblo hacia la tierra prometida.

Sin embargo, podríamos afirmar que en realidad fue el mismo desarrollo de los acontecimientos el que colocó a Cromwell en aquella posición privilegiada, porque no fue Inglaterra quien le reclamó. “En 1640, Oliver Cromwell solo era un oscuro hacendado de los pantanos […] y tenía pocos derechos a reclamar para sí la fama. El realista Edward Hyde […] escribió que durante los primeros meses del Parlamento Largo había pocas noticias sobre él”[6]. Por otro lado, Cromwell no desistió de emigrar a América por las súplicas de sus correligionarios para que regrese al Parlamento en 1640, tal y como narra el film. Es cierto que pensó abandonar Inglaterra junto a su familia para establecerse en el Nuevo Mundo, concretamente en Connecticut, pero realmente rechazó la idea en 1634[7].

De nuevo con el propósito de realzar la figura de Cromwell, también la película comete un error de profundo calado. En el film, la entrada de Carlos I en el Parlamento, por las armas, va acompañada de la lectura de una orden de arresto contra cinco parlamentarios: Arthur Haselrig, John Pym, John Hampden, Henry Ireton y Oliver Cromwell. Los cuatro primeros decidieron huir antes de la irrupción del monarca en la Cámara de los Comunes, pero Cromwell permanece en su asiento, no escapa. Todo un gesto de valor, que convierte al personaje en un auténtico líder, en un mártir que no se achantará ante las dificultades. Pero la realidad es que Oliver Cromwell no estuvo en el Parlamento cuando apareció Carlos I, ni tampoco figuró su nombre en la lista de detenciones, puesto que la orden de arresto iba dirigida contra Arthur Haselrig, John Pym, John Hampden, Denzil Holles y William Strode[8]. Así, la película pretende enfatizar el carácter mesiánico de Cromwell, y realzar la figura del protagonista.

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Porque tampoco fue Cromwell quien, ganada la guerra, se presentó en Oxford con el propósito de arrestar al rey. Nadie niega lo bien que queda ver a las tropas sublevadas abrir de golpe las puertas, y a Richard Harris avanzar lentamente en dirección al rey, en un cruce de miradas sobresaliente. “Majestad, me veo en la triste obligación de deciros que estáis preso”, declara Cromwell. “¿Por orden de quién, señor?”, pregunta el rey. “Por orden del Parlamento”, le contesta. Lo cierto es que Carlos I no se rindió ante Cromwell, sino ante el ejército escocés, y solo un tiempo después fue entregado al Parlamento. Pero claro, cinematográficamente tiene más glamour que sea el protagonista quien le tome preso.

Algo semejante sucede durante la guerra, en donde vemos a Cromwell comandar el ejército sublevado hacia la victoria. Lo cierto es que después de los primeros traspiés de los sublevados, fue idea del Parlamento – y no solo de Cromwell- profesionalizar el ejército, así como entregar el mando a Thomas Farlaix, quien ya había combatido a los escoceses en 1640. De este modo, no es Cromwell lidera la batalla de Naseby en 1645 –como afirma la película-, sino que fue Farlaix quien estuvo al mando. Cromwell estuvo presente, pero en un segundo plano.

Pero la batalla de Naseby no solo erra al presentar a Cromwell como general de todos los ejércitos, sino que además nos quiere presentar a un hombre culto y versado en el Antiguo Testamento. “¿Creéis que esto es sensato? Son muy superiores en número”, pregunta uno de sus oficiales antes de la batalla. “¿No superaban a Gedeón los amalecitas?”, responde Cromwell. Efectivamente, el Antiguo Testamento narra que Gedeón venció a los enemigos de Israel contando con un ejército inferior en número, gracias a la intercesión de Dios. Pero esos enemigos no eran los amalecitas –como señala Cromwell-, sino los madianitas.

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Carlos I, Rey de Inglaterra

Es preciso reconocer que uno de los mayores aciertos de la película, sin duda, radica en el personaje del rey de Inglaterra. En el terreno de la ficción, no le queda otra que jugar el papel de antagonista, pero el director sabe proporcionarnos la imagen de un rey humanizado, con sus virtudes y defectos, que ora comete errores ora tiene sus aciertos. El espectador también puede hacerse cargo de su particular visión del gobierno y de Inglaterra, y de por qué realiza cada una de sus acciones. No se nos presenta como un tirano sin corazón, ni como un maníaco; no es un personaje de cartón-piedra. De hecho, el rey se muestra receptivo y dispuesto a hablar.

Resulta significativo que la primera imagen que se nos muestra del rey, sea en su oratorio, rezando. El rey reza, luego es consciente de que existe un poder superior al suyo. Posteriormente, recibe la visita de Strafford, y ya observamos la pompa de la corte inglesa con todo su esplendor. Como también conocemos a su consorte, Enriqueta María, francesa y católica, que contrajo matrimonio con el rey en 1625 con el fin de mejorar las relaciones entre Inglaterra y Francia. La película eleva considerablemente la influencia de la reina, que por su condición de católica y extranjera “salva”, en cierta medida, la conducta del rey. Sobre ella se hacen recaer gran parte de los errores que, por intransigencia, cometió Carlos I.

Respecto a la reina, las imágenes hablan por sí solas: a los treinta minutos del film, Carlos I permanece sentado, y su mujer se acerca hasta colocarse junto a su silla. Por tanto, el rey está en una posición inferior, y su mujer a mayor altura. Ella le comenta entonces: “Me casé con vos como rey y como hombre. Os lo suplico, no me defraudéis en ninguno de ambos aspectos”. Y anteriormente, en un diálogo entre Carlos I y el propio Cromwell sobre la situación irlandesa, el monarca dice que no intervendrá en la isla porque no es momento de pensar en “política internacional”, ante lo que el parlamentario pregunta: “¿Estáis seguro de que no se trata de una cuestión doméstica?”. Por tanto, el film pretende culpar sobre una extranjera los defectos de un británico, obviando en parte la realidad de que fue el propio rey –un hijo de Inglaterra- quien condujo al pueblo hacia a la guerra civil.

 

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Pero si hablábamos antes del esfuerzo por humanizar al rey, no podemos olvidarnos de su consejero Thomas Wentworth, conde de Strafford, y de su condena a muerte el 12 de mayo de 1641. Por un edicto del Parlamento y una impecable maniobra política de John Pym, al rey no le quedó más remedio que firmar aquella sentencia. Y verdaderamente, lo sintió, hecho que sí refleja perfectamente la película. El historiador Hilaire Belloc escribe: “Al abandonar de tal forma a Strafford asegurando una paz breve y precaria para su pueblo, Carlos había de llorar lágrimas de sangre hasta el día que muriera víctima de la misma violencia”[9]

El prolífico Alec Guinnes es quien interpreta al rey, un actor ya consagrado en 1970 gracias a títulos inolvidables como El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957) o Nuestro hombre en La Habana (Carol Reed, 1959). Sin duda, repite aquí el arquetipo de los personajes que le otorgaron la fama: ingleses fríos, orgullosos, hieráticos y calculadores, el prototipo de británico, que encaja adecuadamente en la descripción de Carlos I de Inglaterra.


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La cuestión de Irlanda

Uno de los aspectos más interesantes de la película es la cuestión irlandesa, puesto que el film pasa de puntillas sobre ello durante las dos horas de metraje. El país gaélico había sido conquistado por Inglaterra durante el reinado de los Tudor, siendo sometido a un proceso de anglificación que todavía se acrecentó más en el siglo XVII, especialmente en el terreno religioso. Al igual que sus predecesores, Carlos I se esforzó en erradicar el catolicismo de la isla para instaurar el culto protestante, lo cual provocó numerosas rebeliones contra la Corona.

En 1632, el conde de Strafford fue designado Lord Diputado de Irlanda, cargo que desempeñó con autoritarismo y rigidez hasta 1640, cuando el rey le ordenó regresar a Inglaterra para que marche con un ejército contra Escocia. La película relata muy bien el retorno de Strafford. Lo curioso es que cuando este le pregunta al rey: “¿Y respecto a Irlanda, mi Lord?”, Carlos I responde: “Ya os ocupareis de ella a su debido tiempo”. Y cuando más adelante Cromwell critique al país gaélico, será el rey quien calme los ánimos y modere la conversación. De este modo, el film opta por abordar lo menos posible la situación de Irlanda.

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¿Y qué se debe esta sensibilidad hacia los irlandeses? Sin duda, al panorama político en el momento en que se estrenó el film, 1970. Un año antes, tuvo lugar el resurgir del IRA (Irish Republican Army) y aumentó sobremanera el número de disturbios en las principales ciudades norirlandesas. De hecho, la película contaba inicialmente con una duración cercana a las tres horas, y entre las secuencias que se eliminaron figuraba una de Cromwell dirigiendo las campañas contra Irlanda en 1649.

Ambientación histórica

Es justo reconocer el gran esfuerzo que invirtió la película en cuidar la recreación histórica, a pesar de que después siempre existan fallos por culpa de la ficción. El equipo de producción contó con un asesor histórico, Ronald Harwood, escritor y guionista sudafricano que, muy joven, emigró a Inglaterra para probar suerte en el mundo del teatro. Él cuidó detalladamente la puesta en escena y la cronología de los hechos, y supervisó la caracterización de los personajes. Además, llegó incluso a aparecer en el cartel del film. Fue la segunda y última colaboración de Harwood con Ken Hugues, después del popular musical Chitty Chitty Bang Bang (1968). Posiblemente Cromwell sea la película más laureada de Hugues, que cuatro años más tarde filmó sin pena ni gloria un thriller de espionaje, Nueva moda en el crimen, y posteriormente tres títulos mediocres, hasta que se retiró de la dirección en 1981 y falleció en 2001.

Pero si por algo destaca la obra de Ken Hugues es por el diseño de vestuario, cuyo artífice, Vittorio Nino Novarese, obtuvo el Oscar de la Academia en la Edición de 1971. El veterano diseñador y director artístico, que aparece en los créditos como Nino Novarese, ya contaba con sobrada experiencia cuando trabajó en Cromwell, pues anteriormente había participado en cintas de corte histórico como Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), La historia más grande jamás contada (George Stevens, 1965) o El tormento y el éxtasis (Carol Reed, 1965). De hecho, Novarese también recibió la estatuilla al mejor diseño de vestuario por Cleopatra.

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En cuanto a las batallas, es admirable la recreación histórica. La película resalta que el ejército realista estaba formado por mercenarios, así como el fervor religioso que inspiraba a los sublevados, que contaban con pancartas con el lema in god we trust. Podemos observar las estrategias de combate del momento, y los diferentes estandartes y pendones reales. No obstante, sorprende que unos cañones del siglo XVII no reculen tras disparar. Y aún sorprende más que en el desarrollo de la guerra no se mencione en absoluto la batalla de Marston Moor, que verdaderamente cambió el curso del conflicto. Naseby –que sí aparece- fue el remate final, pero la batalla que marcó por completo la guerra fue Marston Moor.

Por otro lado, también podemos advertir un par de errores en los diálogos, a pesar de que en líneas generales el film acierta en los modos de hablar y en el tratamiento. Pero lo cierto es que chirría que el rey se refiera a sí mismo como “cabeza del Estado”, cuando en el siglo XVII no existía el concepto de Estado que tenemos en el siglo XXI. En aquella época, el rey era rey de su reino y de los súbditos que allí habitaban, pero no existía como tal un aparato burocrático de gobierno similar al que existe en la actualidad –aunque es cierto que en la Edad Moderna comienza a gestarse el concepto de Estado-. De igual modo, no parece muy probable que de los labios de Cromwell saliese el término “democracia” a la hora de referirse al sistema de gobierno que Inglaterra necesitaba, tal y como le comenta al rey a los 25 minutos de película. Exigiría mayor voz y poder para el Parlamento, mayor restricción del poder regio y mayor libertad para el pueblo llano, pero no exigiría una democracia, por tratarse de un fenómeno del Nuevo Régimen –aunque con antecedentes griegos-. En base a estos dos errores, podríamos afirmar que el film incurre en cierto presentismo, es decir, en mirar hacia el pasado con mentalidad contemporánea. Porque también resulta curioso que la reina denomine “Sir” a Edward Hyde en 1640-41, cuando Hyde no fue nombrado caballero hasta 1643.

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¿Recurso didáctico?

Una de las principales funciones que ejerce el cine es la de socialización, en cuanto a que consolida una cultura uniforme, socialmente compartida y homogeneizada en unos pocos valores. ¿Pero de dónde le viene al séptimo arte esa vigorosa atracción?

“El cine supera con creces la capacidad de cualquier otro medio de comunicación, porque posee un impacto multidimensional, al que difícilmente podemos sustraernos. A diferencia del periódico o la revista, que afecta solo al sentido de la vista; o a diferencia de la radio, que incide solo en el oído, el cine influye en varios sentidos al mismo tiempo. Ofrece una imagen, como la pintura o la fotografía, pero añade a la vez la sugestión del movimiento; y, al mismo tiempo, nos envuelve con la banda sonora y realza la acción con efectos de sonido. Y a ello contribuye también el propio ambiente de la sala. Se apagan las luces, se enciende un proyector sobre una pantalla de grandes proporciones y arranca una música que procede de todas partes. Nada nos distrae de esa trama que comienza. Todo está pensado para invitar a la relajación y a la contemplación, mientras las imágenes penetran en nuestro mundo interior sin obstáculos, a remolque de las emociones vividas”[10].

https://dualpersonalities.wordpress.com/

Podemos concluir que la película que nos atañe, Cromwell, no aborda con excesiva precisión y profundidad las causas y el desarrollo de la revolución inglesa, en tanto que las simplifica y presenta de manera partidista. Sin embargo, supone un excelente punto de partida para entender la guerra civil y la figura de Cromwell, pese a que el film sea ligeramente proclive a él y eluda temas particularmente escabrosos (para la opinión pública inglesa), así como su durísima actuación en Irlanda[11].

Aunque el cine nació propiamente como un género documental filmando escenas de la vida cotidiana, enseguida se entregó el arte al servicio de la ficción, y aunque la historia de Cromwell esté recogida en los anales de la Historia, el propósito de la película es entretener. Y sin ninguna duda, entretiene. La combinación de las batallas con las escenas de diálogo, de localizaciones interiores y exteriores, y la excelente ambientación histórica dan lugar a una película emocionante y muy bien interpretada, que no defraudará a ningún historiador.

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Bibliografía

– Belloc H, Carlos I Rey de Inglaterra, Madrid, Juventud, 1940

– Cárdenas A, Alloza Aparicio Á, Redworth G., La Revolución Inglesa (1638-1656) : «Relación Del Estado Presente De Las Cosas De Inglaterra Deducida Desde El Principio De Sus Movimientos Hasta El Año De 1656… = The English Revolution (1638-1656) : «An Account Of The Present State Of Affairs In England From The Beginning Of The Disturbances To The 1656…», Madrid, Biblioteca Nueva, 2010

-Martínez Gil, F, La historia y el cine: ¿unas amistades peligrosas?, Vínculos de Historia, Nº. 2, 2013, pp. 351-372

Méndiz, A, Jesucristo en el cine, Madrid, Rialp, 2009

-Montero, J, Rodríguez, A. (dirs.) El cine cambia la Historia, Madrid, Rialp, 2005

– Sánchez Marcos, F, Cromwell (Ken Hugues, 1970), Texto aparecido en Historia y Vida, 1990, no. 58, extra.

– Santana Pérez, J, Santana Pérez, G. Las representaciones de la Historia Moderna en el cine, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart, 2008

-Smith, DL, Bennasar, I, & Morán Turina, JM, Oliver Cromwell, política y religión en la Revolución inglesa, 1640-1658, Tres Cantos (Madrid), Akal, 1999

Dos interpretaciones de la historia: Cromwell y la revolución inglesa, artículo publicado en el Blog La Historia en 35 mm el 22/6/2014 http://blogs-lectores.lavanguardia.com/la-historia-en-35mm/dos-interpretaciones-de-la-historia-cromwell-y-la-revolucion-inglesa-77296 Extraído el sábado 10/1/2015

-Oliver Cromwell, monográfico publicado en BBC History, http://www.bbc.co.uk/history/british/civil_war_revolution/cromwell_01.shtml Extraído el sábado 10/1/2015

-Simkin, J, Five Members, artículo publicado en septiembre de 1997, y reproducido en la web Spartacus-Educational http://spartacus-educational.com/STUfivemembers.htm Extraído el sábado 10/1/2015


[1] Aunque Harris era irlandés, emigró a Londres muy joven, donde estudió interpretación en la London Academy of Music and Dramatic Art. Por tanto, se considera que pertenece a la Escuela Británica.

[2] Cfr. Sánchez Marcos, F, Cromwell (Ken Hugues, 1970), Texto aparecido en Historia y Vida, 1990, no. 58, extra, pp. 62-65

[3] Cfr. Santana Pérez, J, Santana Pérez, G. Las representaciones de la Historia Moderna en el cine, Las Palmas de Gran Canaria, Anroart, 2008, p. 215

[4] Cfr. Cárdenas A, Alloza Aparicio Á, Redworth G., La Revolución Inglesa (1638-1656) : «Relación Del Estado Presente De Las Cosas De Inglaterra Deducida Desde El Principio De Sus Movimientos Hasta El Año De 1656… = The English Revolution (1638-1656) : «An Account Of The Present State Of Affairs In England From The Beginning Of The Disturbances To The 1656…», Madrid, Biblioteca Nueva, 2010, p. 25

[5] Dos interpretaciones de la historia: Cromwell y la revolución inglesa, artículo publicado en el Blog La Historia en 35 mm el 22/6/2014 http://blogs-lectores.lavanguardia.com/la-historia-en-35mm/dos-interpretaciones-de-la-historia-cromwell-y-la-revolucion-inglesa-77296 Extraído el sábado 10/1/2015

[6] Smith, DL, Bennasar, I, & Morán Turina, JM 1999, Oliver Cromwell, política y religión en la Revolución inglesa, 1640-1658, Tres Cantos (Madrid) : Akal, 1999, p. 21

[7] Oliver Cromwell, monográfico publicado en BBC History, http://www.bbc.co.uk/history/british/civil_war_revolution/cromwell_01.shtml Extraído el sábado 10/1/2015

[8] Simkin, J, Five Members, artículo en septiembre de 1997, y reproducido en la web Spartacus-Educational http://spartacus-educational.com/STUfivemembers.htm Extraído el sábado 10/1/2015

[9] Belloc H, Carlos I Rey de Inglaterra, Madrid, Juventud, 1940, p. 200.

[10] Méndiz, A, Jesucristo en el cine, Madrid, Rialp, 2009, p.30.

[11] Cfr. Sánchez Marcos, F, Cromwell (Ken Hugues, 1970), Texto aparecido en Historia y Vida, 1990, no. 58, extra, pp. 62-65.


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