La favorita

«La intención de Lanthimos no es otra que provocar y causar escándalo […] una excusa para recrearse en un preciosismo estilístico permitido en épocas pasadas»

Formato: Película
Año: 2018
Director: Yorgos Lanthimos
Reparto: Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith
País: Reino Unido
Duración: 121 min
Género: Drama
Época histórica: Inglaterra, 1709
Puntuación: ★★☆☆☆ (Regular)

 

 

Sinopsis
Principios del siglo XVIII. Inglaterra está en guerra contra Francia. Una reina debilitada, Anne (Olivia Colman), ocupa el trono, mientras que su amiga Lady Sarah (Rachel Weisz) gobierna en la práctica el país en su lugar, debido al precario estado de salud y al carácter inestable de la monarca. Cuando una nueva sirvienta, Abigail (Emma Stone), aparece en palacio, su encanto seduce a Sarah. Esta ayuda a Abigail, la cual ve una oportunidad para regresar a sus raíces aristocráticas. Como la política ocupa gran parte del tiempo de Sarah, Abigail empieza a acompañar con más frecuencia a la reina.  [Filmaffinity]

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Análisis

Para situarnos, antes que nada conviene reparar en las declaraciones del director en «El periódico» durante una entrevista coetánea a la presentación del filme: “no tratábamos de recrear la corte de la reina Ana de forma realista”. Es así que uno no debe esperar una película histórica ni un biopic, e incluso el término drama de época chirría para la historia de La favorita. Lanthimos se basa exclusivamente en las cartas de Sarah, lady Malborough (Rachel Weisz), para recrear una corte -y una época- frívola, deprimente y superficial. La histórica lady Malborough, realmente desterrada por sus intrigas, no puede si no pintarnos a una reina Ana estereotipada, torpe y psicológicamente débil, además de lesbiana (cuestión personal que ni saben ni sabrán los historiadores). Descripción que abraza Lanthimos para construir su filme y sus personajes, pues según cuenta: “en última instancia el pasado, al menos el pasado que no vivimos, es una construcción mental”. Cancha libre para su proyecto

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El trío dramático conformado por mujeres -la reina (Olivia Colman), Sarah y Abigail (Emma Stone)- soporta exclusivamente el peso de la trama. En un escalofriante duelo interpretativo, los celos y la rivalidad por los favores de la reina caldean la corte y mantienen un delicado suspense hasta final. En este sentido, a Lanthimos no le tiembla el pulso y mantiene el ritmo magistralmente, tomándose el tiempo oportuno para ejecutar los planes de los personajes y fraguar ascensos y caídas, resultándonos verosímiles las acciones y los resultados. A través de las luchas de poder entre cortesanas, asistimos a las intrigas políticas, la manipulación de la reina según unos intereses u otros, así como la utilización en una u otro dirección de los hombres en papeles secundarios. Así, resulta interesante cómo las riñas cortesanas y las inquinas domésticas podían configurar el destino de una nación, alargar o no una guerra, subir o no los impuestos.

Por supuesto, la intención de Lanthimos no es otra que provocar y causar escándalo. Desechada la pretensión de recreación histórica, su propósito radica en tratar cuestiones contemporáneas y servirse de personajes históricos para, según él mismo señala: “explorar otras cosas sobre las relaciones humanas que nunca antes había abordado en mi cine”. La favorita se sumerge en el lado más oscuro del ser humano, en la ambición y la manipulación. No son extraños símbolos como el lodo (charcos en los terrenos de palacio y bañeras supuestamente medicinales) y las heridas externas de los personajes (cicatriz de Sarah y moratón de Abigail). La lucha por el poder deteriora al ser humano. Incluso el sexo es presentado de manera sucia. No hay amor en la película, el sexo es un juguete de placer, instrumento de poder y dominación o regalo por compasión. La favorita, realmente, no es nada esperanzadora. Entre los personajes no hay espacio para el bien, la sinceridad y la amistad. No hay espacio para el bien común, la caridad y el sano patriotismo. Todo son intereses y maquinaciones egoístas.

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Mucho más se preocupa el director por cuidar los aspectos formales. Junto a las lecturas contemporáneas, quizá el fin último del filme, es una excusa para recrearse en un preciosismo estilístico permitido en épocas pasadas. Como en los comienzos del siglo XVIII, La favorita es un filme barroco, con gusto por planos desencajados, por despistar al espectador, por encuadres abigarrados y aberrantes. La iluminación es completamente natural, con claroscuros y utilización de velas, antorchas y hogueras. En muchas ocasiones, la sobrecarga de objetos en las habitaciones y la noche iluminada por las velas aporta sensación de inquietud e intriga. Además, también hay juegos de espejos -tan propios del barroco- a través de los objetos y cristales.

Por último, sí representa bien la película -quizá lo único- los inicios del actual parlamentarismo inglés, asentado durante el reinado de Ana: la división entre Tories y Whigs, así como las distintas opiniones en torno a la Guerra de Sucesión Española. Como filme histórico, un desastre -obvio, el director jamás pretendió filmarlo-. Como drama de lucha por el poder, mantiene el suspense e inquieta al espectador, pero la sensación final es desalentadora: si solo existe eso, uno siente náuseas de la miseria humana.

Apuntes médico-científicos

Cito textualmente de un artículo aparecido en «LaPrensa.com»

En la película sin rigor histórico coexisten inexactitudes médicas, además de lo señalado sobre la miopía. ¿Por qué tantos abortos? Lo más probable es que la Reina Ana haya sufrido un síndrome antifosfolipido, causante de pérdidas de embarazo y trombosis, como el accidente vascular que pone fin a sus días, pero que en el film está mal representado, porque siempre las lesiones de la cara, caída del párpado y parálisis facial (desviación de la boca) son contralaterales a la parálisis de brazos y piernas (si se fijan en la película, las parálisis son ipsilaterales, es decir del mismo lado).

Además de todo esto, la Reina Ana padeció gota. Una enfermedad hereditaria que se debe al exceso de ácido úrico en sangre. Al acceder al trono sufrió un ataque de gota que la obligó a ser llevada en una silla hasta el lugar donde debía prestar juramento. La colchicina, una droga que se usa para frenar los ataques, recién se introdujo en 1760 pero, en la película, Abigail usa una planta que crece en los bosques de Inglaterra, y que bien podría haber sido el colchicum autumnale, un precursor de la colchicina, lo único que aliviaba a la Reina de su sufrimiento.


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