«La casualidad y la providencia guían el camino del protagonista hacia la madurez, despertando su vocación al mundo del cine y con la gesta del Nápoles de Maradona como invitación a soñar para huir de la dureza de la vida»

Formato: Película
Año: 2021
Director: Paolo Sorrentino
Reparto: Filippo Scotti, Toni Servillo, Luisa Ranieri, Teresa Saponangelo, Marlon Joubert, Lino Musella, Renato Carpentieri
País: Italia
Duración: 130 min
Género: Drama. Comedia
Época histórica: Siglo XX. 1980.
Puntuación: ★★★☆☆ (Buena)
Sinopsis
El oscarizado guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico, Fabietto Schisa (Filippo Scotti), en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En «Fue la mano de Dios», hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. Sorrentino vuelve a la ciudad que lo vio nacer para contar su historia más personal: un relato sobre el destino y la familia, los deportes y el cine, el amor y la pérdida. [Filmaffinity]

Análisis
Película autobiográfica y muy personal de Paolo Sorrentino, que a través de unos personajes ficticios narra sucesos verídicos de su vida en Nápoles, ofreciendo un valioso y sincero testimonio de su despertar a la madurez, el dolor por la pérdida de sus seres más queridos, sus sueños y esperanzas y su vocación por el cine. Todo ello acaecido en una época muy concreta, la ciudad de Nápoles entre 1984 y 1987, cuando el aparentemente imposible de Diego Armando Maradona por el Napoli se convirtió en un hecho, y el equipo acabó ganando la liga capitaneado por el futbolista argentino.

Sorrentino ofrece una película tragicómica, en la que el humor aligera esporádicamente una trama principal de corte dramático. Un humor de situación, de sainete, provocado por las expectativas ante un fenómeno y su resolución, por el deseo del personaje y el modo en que culmina la escena; en muchas ocasiones, precisamente, de tono trágico. Pero Sorrentino mira hacia esa tragicidad con cariño, a la dureza de la realidad con suavidad, invitando a sonreír ante las dificultades. No con la risa fácil o el optimismo ingenuo, sino ofreciendo destellos de los maravillosos y pequeños detalles que ofrece la existencia.
Precisamente por eso, Sorrentino no se aproxima de manera nostálgica ni edulcorada hacia su Nápoles natal. Presenta un ambiente social en ocasiones miserable, de cotilleos, murmuraciones, violencia doméstica, contrabando e infidelidades; presenta unos personajes con defectos, pero a la vez simpáticos, humanos y entrañables. La familia, como roca ante las adversidades, resulta fundamental y de los más hermosos acontecimientos familiares provienen los mejores recuerdos del protagonista. Cabe advertir que no Sorrentino no rebaja el tono erótico del filme, presente de manera sensual durante gran parte del relato e incluso con una, cuanto menos, amarga escena de sexo explícito.

El tono sensual del relato se funde a su vez con una especie de realismo mágico, deudora incluso de Fellini, en escenas y situaciones de dudosa verosimilitud, de confusión entre la realidad y la fantasía, entre el sueño y la vigilia, configurando un universo icónico en el Nápoles de la década de 1980. Allí, la casualidad y la providencia guían el camino del protagonista hacia la madurez, despertando su vocación al mundo del cine y con la gesta del Nápoles de Maradona como invitación a soñar para huir de la dureza de la vida.