El hombre del norte

«preciosismo estético, óleos mitológicos, portentosos paisajes y un canto a la épica. […] el punto más débil es su guion, endeble y descosido»

Formato: Película
Año: 2022
Director: Robert Eggers
Reparto: Alexander Skarsgård, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Ethan Hawke, Willem Dafoe, Gustav Lindh
País: Estados Unidos
Duración: 140 min
Género: Acción. Aventuras
Época histórica: Siglo X. Vikingos
Puntuación: ★★★☆☆ (Buena)

 

 

Sinopsis
En Islandia, en pleno siglo X, un príncipe nórdico (Skarsgard) busca vengar a toda costa la muerte de su padre.   [Filmaffinity]

Análisis

El hombre del norte comienza en el año 895, en un reino vikingo de Escandinavia. Su trama resulta familiar y archiconocida en su sencillez, pues nos remite a Hamlet y a todas las historias de venganza: un joven príncipe presencia el asesinato de su padre a manos de su tío, con la consecuente usurpación de su reino, por lo cual huye al extranjero con la promesa de vengar aquella muerte. A su vez, también es una nueva versión de El rey león, que de igual manera se inspiró en Hamlet. Y es que la obra de Shakespeare tomó como protagonista, precisamente, a un príncipe nórdico (de Dinamarca), tomando como base un relato similar acaecido realmente. Por tanto, nos encontramos ante un hermoso diálogo entre literatura, Historia y ficción, de continuas referencias.

Fuente: Filmaffinity

El filme no aclara dónde se ubica geográficamente el reino vikingo, pero posteriormente sí indica de manera precisa otros escenarios donde se enmarca la acción: el reino de Rus (la Rus de Kiev, que comprendía Ucrania, Bielorrusia y Rusia) e Islandia. Sin duda, el mayor esfuerzo del director va en la línea de ofrecer una detallada recreación del estilo de vida de un vikingo (o lo que considera su estilo de vida). Por ello, en determinados momentos se opta un realismo atroz en la filmación, a través de planos secuencias, de lentos travellings para ofrecer una mayor perspectiva del campo visual y, principalmente, por su descarnada violencia: sangre a borbotones, guerras cruentas, cuerpos despiezados, cadáveres colgando cual jamones e intestinos saliendo de su hábitat. Así se las gastaban los vikingos según Eggers. Además, la impresión de realismo se traslada también a los diálogos, simulando un lenguaje solemne y arcaico que resulta extraña para el oído del siglo XXI. Las frases, las descripciones y los tratamientos revisten ampulosidad, e incluso en momentos puntuales se pronuncian en el idioma nórdico (debidamente subtitulado).

Por otra parte, tampoco se escatima metraje en recrear los rituales dinásticos y religiosos de los pueblos vikingos. Las ceremonias presididas por los sacerdotes, ritos en torno al fuego, sacrificios ofrecidos a los dioses y, en particular, la relación del ser humano con los animales, quienes actúan como servidores de los dioses y cumplen con un papel en este mundo: el oso, el lobo, el perro y el cuervo. El filme participa, de alguna manera, de esta celebración, de este culto a Odín y a Thor, permitiendo que sea el destino, una mano invisible, quien guíe la trama. Pero, curiosamente, hay cierta paradoja que no termina por resolverse. Por un lado, se optaba por un decidido realismo en la filmación, pero por otro hay numerosos elementos de un realismo mágico, de ensoñaciones, visiones proféticas, intervenciones divinas y conejos sacados de la chistera. Las fronteras entre el mundo terrenal y lo sobrenatural se desvanecen, lo tangible cede ante la magia y la superstición. Todo ello redunda en un preciosismo estético, óleos mitológicos, portentosos paisajes y un canto a la épica. La batalla final, de hecho, es un portento visual.

Fuente: Gatopardo

Sin embargo, el punto más débil es su guion, endeble y descosido. A pesar de su amplia duración, se dedica poco metraje a presentar las motivaciones de los personajes, casi mecanizados, y los bruscos cambios en su actitud se presentan, en ocasiones, sin justificación alguna. Olga acompaña al protagonista, pero realmente apenas tiene repercusión en el devenir de la trama, y numerosos personajes secundarios del séquito de Fjölnir parecen desperdiciados. El final, además, resulta excesivamente abrupto; después de 140 minutos, falta poso para digerir el clímax de la historia. Pero, en resumen, queda una entretenida historia de vikingos. Una historia sangrienta, provista de costumbres y rituales vikingos más o menos creíbles, guiada por el dogma presentista de que el pueblo vikingo no hacía otra cosa que guerrear los 365 días del año. Salvando eso, a Odín le hubiera gustado.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s