La hija del rey

«Los bostezos manifiestan cuán previsibles se revelan los acontecimientos, en un suspense que ni está ni se le espera»

Formato: Película
Año: 2022
Director: Sean McNamara
Reparto: Kaya Scodelario, Pierce Brosnan, William Hurt, Benjamin Walker
País: Australia
Duración: 93 min
Género: Aventuras
Época histórica: Siglo XVII
Puntuación: ★☆☆☆☆ (Mala)

 

 

Sinopsis
La búsqueda desesperada de la inmortalidad del Rey Luis XIV le lleva a capturar una sirena para robarle su energía vital, un hecho que se complica todavía más cuando su hija ilegítima descubre a la criatura.[Filmaffinity]

Análisis

Un despropósito, una especie de fábula de caballeros y princesas posmodernos, que en vez de apostar la ideación de un universo espacial y temporal para el desarrollo de su trama ha preferido escoger la Francia de Luis XIV. Decisión que determina para mal (para rematademente mal) el desarrollo del relato. ¿Para qué dar al espectador unas coordenadas espaciotemporales si después se pisotean una y otra vez las reglas de verosimilitud? Resulta muy complicado creerse el relato que se cuenta cuando constantemente ni los comportamientos, ni los diálogos, ni el vestuario ni la puesta en escena invita a ello.

Fuente: Tomatazos

A semejanza del «Érase una vez…», un empalagoso narrador nos presenta a Luis XIV, las vicisitudes de su hija bastarda y un variopinto experimento que consiste en buscar una sirena para que el monarca pueda alcanzar la inmortalidad gracias a sus poderes. Dejando a un lado el guion de bombero, las escenas se suceden sin articulación alguna, sin que queden claro los problemas y las motivaciones de los personajes, en una macedonia de entradas y salidas, diálogos cada cual más absurdo y un toque neopunk en la moda parisina del barroco. La protagonista es aparentemente incomprendida, pero ni sufre ni lucha contra nadie; Pierce Brosman cava aún más su tumba como actor en su extravagante interpretación de Luis XIV, y los demás personajes son meras comparsas de este fallido experimento.

Fuente: Deadline

Los bostezos manifiestan cuán previsibles se revelan los acontecimientos, en un suspense que ni está ni se le espera. Porque esto es lo peor, que aburre. Aún valdría la pena saltarse todas las reglas de verosimilitud, puesta en escena y narración si el relato entretuviese, pero aburre hasta la náusea. Quizá lo más interesante sea el debate entre el capellán del rey (¿Qué hace William Hurt en esta producción?) y uno de sus consejeros, la fe y la razón, la religión y la ciencia, en un desarrollo, por supuesto, más anecdótico y gracioso que filosófico. Menos mal que cuando Alicia descubrió el espejo no fue para adentrarse en la Francia de Luis XIV. Perdón, en esta Francia de Luis XIV.


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