Caravaggio

«descuida una aproximación sincera hacia Caravaggio para conceder únicamente el protagonismo a la estética»

Formato: Película
Año: 1986
Director: Derek Jarman
Reparto: Nigel Terry, Sean Bean, Dexter Fletcher, Spencer Leigh, Tilda Swinton, Michael Gough
País: Reino Unido
Duración: 97 min
Género: Drama
Época histórica: Siglo XVI. Siglo XVII
Puntuación: ★★☆☆☆ (Regular)

 

 

Sinopsis
El pintor Michelangelo Merisi, nacido en Caravaggio, se está muriendo lejos de su hogar. En el lecho de muerte recuerda los comienzos de su vida como pintor. El niño Michelangelo dejó su Caravaggio natal al quedar huérfano, y se traslada a Milán, donde se inicia como pintor en diferentes talleres, hasta que establece un taller propio, en la Roma de los Papas, ganándose el favor de la Iglesia, que le encarga numerosas obras. Llegan entonces la fama, el dinero, sus amores homosexuales, las intrigas políticas y religiosas, la envidia y el crimen…  [Filmaffinity]

Análisis

Curioso experimento del cineasta Derek Jarman para plasmar la vida del pintor Michelangelo Caravaggio (1571-1610), de manera decididamente anacrónica y con un esteticismo excesivamente protagonista. La propia biografía del pintor, sus relaciones sociales, sus miedos y sus ilusiones brillan por su ausencia en el relato de Jarman, únicamente preocupado por la estética de su obra, por el molde del relato. El director entrega imágenes de poderoso virtuosismo, en un empeño por trasladar al plano cinematográfico la fotografía, el color, la puesta en escena y la luminosidad de los cuadros del pintor, y el resultado es asombroso.

Fuent: Revistart

El plano fijo de las creaciones de Caravaggio, con sus modelos ora moviéndose ora posando, realizando comentarios al pintor, e incluso traspasando esa cuarta pared de juegos e improvisaciones tienen su encanto. Además, dicha luminosidad y disposición del color se traslada asimismo a las conversaciones del artista en la taberna, a su habitación o a las calles romanas de la época. Todo ello construido mediante una dirección de arte minimalista, donde escasean los planos generales y de disposición interior, sumando a esto el juego anacrónico de incorporar en ocasiones vestimentas y objetos contemporáneos. Sí tiene gracia reconocer en aquellos personajes de nuestra época a los mismos arquetipos de sonrisa pícara y podredumbre a quienes pintaba Caravaggio.

Pero, desgraciadamente, todo se fía a dicho molde en el cual encuadrar la historia (por llamarla de algún modo). El ritmo es lento y empalagoso, se peca de pose y exposición, y se abusan de los tópicos acerca de la vida del pintor, especialmente de una supuesta homosexualidad aún hoy controvertida. Poco importan los anhelos del artista, sus miedos e inseguridades, sus sueños y virtudes, solo hay interés por explotar su faceta más hedonista. Además, emerge un tufo anticlerical innecesario, cargando las tintas contra el hedonismo y la pederastia de la jerarquía eclesiástica.

Queda así una obra cuyo arranque resulta prometedor, sorprende al espectador y parece anunciar una armoniosa fusión entre la vida y obra del artista, pero que descuida una aproximación sincera hacia Caravaggio para conceder únicamente el protagonismo a la estética. Puro esteticismo, no hay auténtica belleza cuando el marco está desprovisto de contenido.


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