Al Este del Plató

«derrapa por el terreno erótico en perjuicio de lo dramático»

 

 

Sinopsis
1913. Connie Reid está casada con Clifford Chatterley, un importante hombre de negocios que vuelve discapacitado de la Segunda Guerra Mundial. Pronto comienza a producirse una brecha en el matrimonio que hace que Connie se fije en Oliver Mellors, el antiguo minero de voz sencilla que su marido ha contratado como guardabosques. Ambos iniciarán un apasionado romance que pondrá en jaque los deseos de Connie que la hará elegir entre vivir una vida acomodad o una vida llena de amor. [Sensacine]

Análisis

Kilos y kilos de carne envueltos de preciosismo estético, expuestos en el mercado a la vista de todos y anunciados con precisión suiza sin perder al compás para que no huya el espectador ávido de filete. Es el signo de los tiempos, el título que nos ocupa ha sido machaconamente adaptado a la pantalla desde 1950, y podemos encontrar adaptaciones de prestigio y de basura, más literarias y más espectaculares, más románticas y más pornográficas. En este caso, Netflix no hace sino aprovechar un material que, desprovisto de toda pretensión de ahondar en sentimientos y psicología de los personajes, se presta a ello, pues ya supuso un escándalo la publicación de la novela en 1928, describiendo literalmente escenas sexuales en sus páginas.

En parte, es una pena si tenemos en cuenta la primera media hora de filme, no solo salvable, sino francamente buena. Con un ritmo pausado y equilibrado, presenta muy bien el enamoramiento inicial de marido y mujer, la partida de él hacia la guerra, su regreso en condición parapléjica y cómo esto influye en el matrimonio. Así, el conflicto queda patente, se palpan las dificultades para ambos personajes, las dudas y el reto que supone la convivencia. A continuación, también maneja bien los tiempos para dilatar el adulterio, tras breves encuentros que primero nublan la mente de Connie hasta consumar el acto mucho más tarde. En cuanto esto sucede, el filme da al traste y derrapa por el terreno erótico en perjuicio de lo dramático.

La constucción de los personajes se revela entonces maniquea, sin el beneficio de la duda para el marido tetrapléjico, quien se convierte en un tirano sin solución de continuidad. De igual manera, choca en exceso la perfección del guardabosques, repleto de virtudes sin mancha de pecado. Además, aún llama la atención cuán versado es culturalmente y su amplio conocimiento de la literatura, extraño en algo procedente del mundo obrero. Aunque esto ya se intutía en la novela, en esta adaptación resulta exagerado. De manera tímida, por otra parte, aflora el conflicto propio de la época entre el ocaso del mundo aristocrático y la industralización, pero tratado de manera superficial. Tampoco hay esfuerzo alguno por profundizar en las secuelas (psíquicas y sociales) que supuso la guerra para quienes combatieron.

Destaca el virtuiosismo fotográgico, jugando con los tonos de luz e imprimiendo bellas paletas de fríos y cálidos. La naturaleza que rodea la propiedad de los Chatterly es un bello paraje para desenvolver la historia. Por desgracia, al serivicio de una trama en caída libre, previsible y más preocupada por apelar a las bajas pasiones que por entregar un relato enjundioso.