«pura Historia del cine a través de la intrahistoria»
Ficha técnica: Ver en Filmaffinity
Puntuación: ★★★☆☆ (Buena)

Análisis
En esta película de corte autobiográfico, Spielberg idea una familia norteamericana de clase media en la década de 1950, a través de la cual describe su infancia y adolescencia, la relación con sus familiares y su primigenia afición por el cine. En la elaboración del guion participó también Tony Kushner, quien ya había colaborado con Spielberg en Münich (2006), Lincoln (2012) y West Side Story (2021). The Fabelman es un relato extenso, en el cual hay invitaciones a soñar y decepciones, situaciones de unión y de ruptura familiar. Resulta un poco difícil definir el tema de fondo, dada su amplitud: es un canto de amor al cine, a una época, una oda a la despreocupación y a la seguridad de la infancia, el camino a la madurez, la dicotomía entre una dedicación plena al arte y la responsabilidad familiar.

Asumiendo este bagaje, Spielberg alterna secuencias de un inmenso lirismo con pérdidas de ritmo y del propio norte. Resulta brillante la sencillez con la cual incorpora el cinematógrafo a la realidad cotidiana, situaciones aparentemente insustanciales, ordinarias, en las que el joven protagonista filma sus primeras grabaciones. Y cómo visualiza después los rollos, cómo la tecnología avanza y da lugar al desecho y la compra de un nuevo aparato. Así, es Historia del cine a través de la intrahistoria.
Spielberg alumbra con sincera emoción el despertar de una afición, el virtuosismo en el manejo de la cámara que activa la conciencia de que, quizá, aquello pueda ser una profesión. No obstante, hay casos en los cuales la repetición no suma, sino que ralentiza. El valor de una secuencia magistral pierde consistencia al tratar de repetir idéntico esquema en la siguiente, o en las siguientes dos. Es su metraje e insistencia (a veces machacona) cuanto ralentiza el ritmo. Por otra parte, la paleta de colores y el formato de imagen son un acierto para trasladar a los años cincuenta y sesenta, imitando las maneras de filmar de aquel entonces. La hibridación entre música clásica e imagen, a través principalmente del rol de pianista de su madre, Mitzy (Michelle Williams), entrega secuencias de profunda belleza.

Spielberg presenta, además, una película compleja en cuanto a su visión del arte, de la familia y de la aparente dialéctica entre razón y corazón. Por desgracia, resuelve los conflictos dramáticos de una manera no tan habitual en su cine. Su ferviente defensa del sentimiento y de las «leyes del corazón» frente a cualquier decisión de la voluntad y compromiso permean de un sabor amargo al conjunto de esta obra. Aunque resulta elogioso su enaltecimiento del cine, y harán tilín a los cinéfilos sus bandas sonoras, pósteres y referencias cinematográficas, no convencen las respuestas que ofrece para dirimir los conflictos de los personajes, auspiciados bajo un patrón más propio de una comedia romántica californiana.