El triángulo de la tristeza

 

 

«plasma acertadamente el sinsentido y el mecanicismo de muchas situaciones. Pero […] propone una visión absurda de la vida como solución a la hipocresía y a la impostura«

Formato: Película

Año: 2023

Ficha técnica: Ver en Filmaffinity

Puntuación: ★★★☆☆ (Buena)

Análisis

Atrevida película del director sueco Ruben Östlund, estructurada en tres actos presentados al modo de tres capítulos. Aunque inicialmente se presta mayor atención a Carl y Yaya, una pareja de jóvenes vinculados al mundo de la moda, poco a poco el relato adopta un tono coral, atendiendo a una galería de personajes de lo más variado: multimillonarios rusos excéntricos y solitarios, señoras de la limpieza, una pareja de ancianos dedicados a la fabricación de armas, un capitán de barco borracho y la inflexible jefa de personal. Todos ellos coinciden en un crucero, en el cual quedan de manifiesto las diferentes clases sociales.

Desde su inicio, la película ejerce una descarnada crítica al postureo y a la superficialidad. El mundo de la imagen, la obsesión por las apariencias, la fama y la creencia en que el dinero todo lo puede comprar son criticados continuamente, de un modo sarcástico y mordaz. Subyace en su trama una reducción al absurdo, el planteamiento de cuestiones (aparentemente importantes en el mundo de hoy) de una manera irreverente y jocosa. En parte, logra arrancar la carcajada al espectador, gracias a secuencias hábilmente logradas como la extensa conversación entre Carl y Yaya por ver quién paga la cuenta del restaurante, o el diálogo entre un estadounidense comunista y un ruso capitalista.

No obstante, sin duda está mucho mejor lograda su primera mitad que la segunda. Por una parte, su ritmo es más ágil, y a través de pocas secuencias de extensa duración plasma acertadamente el sinsentido y el mecanicismo de muchas situaciones. Pero su reiterada apuesta por la náusea (visualmente expresada incluso) acaba por restar eficacia a su tesis, expuesta con sirenas y fuegos artificiales. El último tercio da lugar a un tedio que pide a gritos la finalización del filme. Por otra parte, es que ese tedio es causado por cierta falta de esperanza, por proponer una visión absurda de la vida como solución a la hipocresía y a la impostura. No hay motivo para la alegría ni para la reconciliación, solo queda la resignación y el humor negro ante los conflictos.

A este respecto llaman la atención temas candentes que, de manera despreocupada e hilarante, se presentan al inicio del relato, pero de los cuales nos olvidamos y no resurgen con suma potencia hasta su conclusión: los roles del hombre y de la mujer, el patriarcado, la posibilidad de una sociedad sin clases y la belleza en la configuración de la identidad son fuente de humor en el primer acto, hasta que en el tercero se revelan como motores de la acción, quedando plasmada sin paliativos la postura del filme.


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