«Personajes planos, cuyas decisiones, cambios de bando, enamoramientos y rupturas solo obedecen al capricho momentáneo, sin razón justificada»

Formato: Serie
Año: 2021
Director: David Evans, Claire McCarthy, Debs Gardner-Paterson
Reparto: Kasia Smutniak, Liam Cunningham, Roland Litrico, Nadia Parkes, Isabella Rossellini, Alex Lanipekun, Peter Campion, Ben Batt, Ewan Horrocks
País: Italia | Reino Unido
Temporadas: 1 (8 Capítulos)
Duración del capítulo: 60 min
Género: Drama histórico.
Época histórica: Siglos I a.c. y I d.c. Antigua Roma
Puntuación: ★★☆☆☆ (Regular)
Sinopsis
La serie da vida al ascenso de Livia Drusila, una mujer que acabó por convertirse en la emperatriz más poderosa e influyente de Roma. Su ansia de poder se ve impulsada por una necesidad de vengar la muerte de su padre, Julio César, y también para poder asegurar el poder de sus hijos. Domina refleja la historia tanto de Livia como de otras mujeres de su época que fundaron una de las dinastías más fascinantes de todos los tiempos a través de la estrategia, la conspiración, la seducción y el asesinato en un mundo centrado en los hombres. [Sensacine]

Análisis
Desafortunada coproducción británica e italiana, pues pese a contar con un buen reparto y un presupuesto estimable no alcanza a elaborar un buen relato ni a describir con interés tanto la vida de Livia Drusila como los acontecimientos referidos a la instauración del Imperio en Roma. La serie toma como punto de partida el matrimonio de la protagonista (una adolescente) con Tiberio Claudio Nerón, en el 42 a.c., en una Roma marcada por el reciente asesinato de Julio César y con continuas conspiraciones para alcanzar el poder. Desde entonces, serán la obtención del poder y su mantenimiento la tónica general del relato: las guerras civiles de Augusto contra Lépido y Marco Antonio, la represión en Roma, la difícil instauración del Imperio y la sucesión de Tiberio como emperador, ese es el marco en el cual se inserta la vida de Livia Drusila.

Sin duda, genera interés la recurrente aparición de personajes históricos durante el relato, gracias especialmente al elenco de secundarios: Marco Antonio, Lépido, Agripa, Druso, Escribonia, Cicerón y, por supuesto, Marco Livio Druso Claudiano, padre de la protagonista. Los distintos episodios son un ir y venir de caras recurrentes de esta época de la Historia. No obstante, el problema radica en que el relato no deja de ser una caricatura de unos años tan apasionantes. Sin dejar de lado las ansias de poder que tuvieron tales personajes históricos, la serie se revela únicamente como una oda al cinismo, a la hipocresía y a la superficialidad. Me temo que no resultan verosímiles tales personajes, cuya evolución durante el relato solo se explica como fruto de la «madurez» en el paso de la adolescencia a la edad adulta y después a la senectud, pero sin atender a las causas profundas. Empezando por Livia Drusila, son unos personajes planos, cuyas decisiones, cambios de bando, enamoramientos y rupturas solo obedecen al capricho momentáneo, sin razón justificada.
Apenas el padre de la protagonista, Livio, queda como un idealista que recuerda cual abuelo cebolleta ideas simplonas acerca del honor y los orígenes de la República romana. Por lo demás, no encontramos sentimientos nobles, un mínimo de reflexión ni, en definitiva, atisbos de humanidad, sino un canto al hedonismo. Un hedonismo que además no escatima esfuerzos visuales en la violencia y el sexo. Por otra parte, tampoco espacio para un desarrollo armonioso de la familia; qué casualidad que cada vez que una patricia romana quede embarazada sea visto como un engorro, lo cual supone el marco perfecto para caer en cierto presentismo e insertar diálogos artificiales más propios del siglo XXI acerca del papel de la mujer.

Un relato al cual le pueden las prisas por narrar la apasionante vida de Livia Drusila, por insistir con megáfono y señales luminosas en el destacado papel que tuvo en la política romana, pero sin imprimir pausa al desarrollo de los acontecimientos ni dejar que sus acciones valen por sí solas. El esfuerzo por saltar tan rápidamente de una década histórica a otra impide empatizar y encariñarse con el personaje, más ideológico que humano, pues no dificulta un desarrollo natural de su pensamiento y de su manera de comprender el mundo. De esta manera, todo está subordinado a su capricho momentáneo, según le dé por arrimarse al sol que más caliente.